lunes, 27 de junio de 2016

Uyan y Dean: Los cachorros del hielo.

No podemos imaginar la crudeza de los inviernos de la edad del hielo. El frío aterrador y letal se convirtió en el verdugo de muchos animales, pero también en el aliado de los paleontólogos de nuestro tiempo.

Gracias al frío intenso, algunos de esos animales quedaron preservados en el hielo durante miles de años. El deshielo ahora nos los devuelve y los expertos tienen al alcance de la mano un pedacito de prehistoria, elementos del pasado congelados en el tiempo.

Uno de los cachorros descubiertos.
A orillas del río Uyandina en Siberia, dos cachorros de Panthera leo spelaea ó león de las cavernas, fueron encontrados en 2015. Permanecieron congelados durante 12.000 años hasta que los científicos los encontraron por casualidad. El león de las cavernas fue uno de los mayores depredadores de su tiempo y uno de los  más temidos. Sabemos mucho sobre su esqueleto, muchos de sus huesos han llegado hasta nuestros días, un ejemplo es el esqueleto casi completo descubierto en la cueva de Oñati-Arrikrutz. Aunque muchos otros restos se han encontrado en multitud de cuevas y yacimientos europeos, la información que se puede obtener de estos dos cachorros es excepcional.

Esqueleto de Oñati-Arrikrutz.

Aun no tenían los dientes de leche, murieron apenas dos semanas después del  alumbramiento, ni siquiera sabemos las razones que los llevaron a acurrucarse en su propio cuerpo a esperar la muerte, y sin embargo son el legado de su especie. Un baúl de ADN con respuestas para preguntas que nunca hubiéramos soñado con responder.

Va a tener que pasar más tiempo, y los científicos van a tener que trabajar largo y tendido en los cuerpos de los cachorros que ya tienen nombre: Uyan y Dean.
Estos pequeños murieron muy jóvenes, pero de haber crecido hubieran sido enormes depredadores adaptados al clima frío. Más altos, largos y corpulentos que sus parientes actuales de la Sabana africana y algo mayores que el tigre actual.

Comparación de tamaño. León actual izquierda.

Sin embargo, como otras muchas especies adaptadas al frío europeo de la edad del hielo, acabaron extinguiéndose. Quizás el cambio climático afectó a sus presas y por ende también a ellos, o el dominio del Homo sapiens, los relegó a un segundo plano y finalmente a la extinción. Sea como fuere Europa cambió en clima y fauna y los leones de las cavernas se convirtieron en hueso, polvo y excepcionalmente en criaturas inmortales de hielo.


Autor: Germán Zanza López
Ilustraciones: www.dinoanimals.com
Fotografías:  www.gipuzkoakomuseoak.net, www.launion.com.mx
Fuentes:
- www.nationalgeographic.com
- www.elmundo.es
- www.elpais.es

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miércoles, 15 de junio de 2016

Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

Megatherium.
El museo dedica su contenido a las ciencias de la naturaleza y entre sus diferentes secciones dedica un área a la paleontología. Pero no es sólo esta zona la que despierta la curiosidad de quien escribe, apasionado de los fósiles, el museo tiene otros contenidos zoológicos muy interesantes. 

En el hall principal un espectacular esqueleto de ballena cuelga del techo y nos da la bienvenida. Un elefante disecado, recientemente restaurado, se presenta majestuoso y alrededor del área hay diversas vitrinas con fauna preservada fruto de la taxidermia de años y siglos pasados. 

Huevos Aepyornis maximus.
En una de esas vitrinas el visitante no puede pasar por alto dos huevos de Aepyornis maximus, también conocida como "Ave elefante". Destacan estos huevos por conservarse intactos, sin fractura alguna, algo excepcional. Y también en esa sala es imprescindible ver el ejemplar disecado de Thylacinus cynocephalus o "tilacino". Un depredador marsupial extinguido a mediados del siglo XX por el ser humano.

En el área de paleontología podemos observar diversos fósiles y reproducciones tanto de dinosaurios como de otras criaturas prehistóricas. Hay varios esqueletos de dinosaurios y aunque hay que destacar que ninguno de ellos es original, algunos tienen un valor histórico por su antigüedad o por las circunstancias en las que llegaron al museo.
 
En primer plano esqueleto de Diplodocus.
Sí son originales y muy importantes los "caparazones" de Gliptodonte de Sudamérica y el esqueleto de Megatherium, que llegaron al museo en 1789. Éste ejemplar mantiene la posición en la que se ensambló por primera vez, y aunque hoy sabemos que es una postura incorrecta, se ha decidido mantener en esa posición original por su valor histórico.

NO TE PUEDES PERDER:
- Huevos de Ave elefante.
- Tilacino o Lobo marsupial disecado.
- "Caparazones" de Gliptodonte.
- Esqueleto de Megatherium.

Ubicación:
C/ José Gutiérrez Abascal, 2
28006 - Madrid (ESPAÑA).
Teléfono: 914111328
Página web oficial: http://www.mncn.csic.es/index.jsp

Autor: Germán Zanza López.
Fotografías: Germán Zanza López. 


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domingo, 12 de junio de 2016

El dinosaurio de las "manos terribles".

En ocasiones se descubre una nueva especie de dinosaurio mediante un reducido conjunto de huesos. Esos huesos pueden ser suficientes para crear una imagen general del animal, o por el contrario pueden servir únicamente para dejar abiertos infinitos interrogantes. La historia del Deinocheirus "manos terribles", era uno de esos casos rodeado de interrogantes. 
Mano de Deinocheirus.
En 1965 las arenas del desierto de Gobi regalaron a los científicos un misterio, los huesos fósiles de un enorme dinosaurio: Unas pocas vértebras y lo que parecían ser dos brazos casi completos. Los científicos polacos a cargo de la expedición quedaron sorprendidos al ver la dimensión que alcanzaban dichos brazos.

Una vez trasladados los fósiles al museo, restaurados y ensamblados, cada brazo alcanzó la longitud de 2,4 metros. Las garras enormes y curvas daban un aspecto feroz al dinosaurio que los poseyó, pero salvo el enorme tamaño y su posible dieta carnívora, nada más se sabía de ese enigmático animal extinto.

Durante décadas el debate estuvo abierto y sin consenso se intentó buscar el hueco donde encajar al Deinocheirus. Por suerte en 2009 una nueva expedición al Gobi trajo consigo dos nuevos esqueletos de Deinochirus, esta vez mucho más completos. Uno de dichos esqueletos incluía un cráneo. Por fin el enigma era resuelto y el "manos terribles" obtenía su forma.

Su cráneo sorprendió a todos, tenía un hocico en forma de "pico de pato"; la columna vertebral formaba una giba y su cuerpo era robusto. Se imaginó al Deinocheirus como un enorme carnívoro, también como un herbívoro similar al Gallimimus, y su dieta también fue una sorpresa. Abundantes gastrolitos, piedras ingeridas para ayudar en la digestión, fueron encontradas en la zona del estómago. 

Junto a estos gastrolitos había vértebras de peces, lo que indicaba que el Deinocheirus había comido peces la última vez que se alimentó. Los paleontólogos no descartan que también comiera vegetales, intuyen que pudo tener primitivas y finas plumas cubriendo su cuerpo, pero su aspecto final y sus costumbres seguirán siendo un misterio.
 
Recreación de la apariencia del Deinocheirus.


Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.pinterest.com
Fotografías: www.wikipedia.org
Fuentes: 
- Revista Nature. "Resolving the long-standing enigmas of a giant ornithomimosaur Deinocheirus mirificus. Lee, Y. N., Barsbold, R., Currie, P. J., Kobayashi, Y., Lee, H. J., Godefroit (2014).
- Osmólska, H. y E. Roniewicz. (1970). Deinocheiridae, a new family of theropod dinosaurs. Palaeontologia Polonica (21): 5–19.
- Kobayashi, Y., & Barsbold, R. (2006). Ornithomimids from the Nemegt Formation of Mongolia. Journal-paleontological society of Korea. 22 (1), 195.

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miércoles, 8 de junio de 2016

El hueso de Nicoria, jaque a los gigantes.

Ilustración de un cíclope.
Los antiguos griegos dejaron multitud de textos hablando de su rica mitología. Destacan los cíclopes y gigantes, protagonistas de muchas de las historias recopiladas. Hoy en día para mucha gente simplemente se trata de cuentos o leyendas; para otros hay una verdad detrás de esos "mitos", un mundo casi olvidado donde los cíclopes y gigantes eran seres reales. 

¿Realmente existieron los gigantes y cíclopes en la Grecia Antigua? En 1998 la investigadora Adrienne Mayor supo de la existencia de un hueso llamado, "el hueso de Nicoria", del que sólo se conservaban fotografías. Gracias a la insistencia de A. Mayor, el hueso apareció finalmente en el almacén anexo al Laboratorio de Arqueometría de la Universidad de Minnesota.

Hueso de Nicoria.
El hueso de Nicoria fue descubierto en 1970 en un antiguo asentamiento de 3.000 años de antigüedad en la ciudad de dicho nombre, Nicoria. La peculiaridad radica en que el hueso fosilizado fue desenterrado en la acrópolis, es decir, tuvo que ser trasladado allí por alguna razón desde el yacimiento original.
Nikos Soulonias confirmó dichas sospechas. El fósil procedía de un yacimiento llamado Megalópolis situado a unos 55 km al norte de Nicoria y pertenecía a un rinoceronte lanudo extinto, Coelodonta antiquiatis.
 
Según la investigadora A. Mayor: "Lo más probable es que los antiguos griegos encontraron el hueso en los yacimientos de lignito de la cuenca Megalópolis, conocida en la antigüedad como el "campo de batalla de los gigantes" por la abundancia de grandes huesos que aparecían por todas partes. Allí, la densa concentración de grandes huesos fósiles inspiró la creencia de que los ejércitos enteros de gigantes fueron destruidas por los rayos de Zeus".
 
Cráneo de Mamut.
Desde que Adrienne Mayor realizó su estudio, se han encontrado muchos yacimientos que continen fósiles de Megafauna y que coinciden con lugares donde los antiguos griegos recogieron supuestos huesos de gigantes.

Por otro lado, los cráneos de mamut, abundantes en Grecia, pudieron dar origen al mito del cíclope.

Parece  lógico pensar que los huesos de mamíferos prehistóricos fueron mal interpretados por las cultura antiguas y pensando que se trataba de gigantes mitológicos fueron tratados como reliquias y depositadas en lugares importantes de la ciudad.


Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.uroloki.org
Fotografías: glossopetrae.blogspot.com, proyectgameofwar.com.
Fuentes:
- "El secreto de las ánforas: lo que los griegos y romanos sabían de la prehistoria". editorial Grijalbo.


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sábado, 4 de junio de 2016

Dinosaurio: El bautismo de unas nuevas criaturas.

En Inglaterra, en 1677 fue descrito por primera vez un fósil de dinosaurio, aunque por aquel entonces quien sujetaba el fragmento de hueso no tenía ni idea de lo que era un dinosaurio, ni siquiera existía dicho término. El fósil quedó descrito como la parte  fragmentada de un fémur perteneciente a un animal gigante sin determinar. 

Hueso denominado "Escroto humano".

Casi un siglo después, en 1763, el hueso fue examinado de nuevo. Lo que antes se consideraba la parte distal de un fémur ahora era reclasificado como Scrotum humanum, o lo que es lo mismo: Escroto humano. Se creía por tanto que el fósil era el órgano genital petrificado de un gigante varón. Hay que tener en cuenta que la paleontología todavía no era una ciencia y ni siquiera existía el concepto de extinción. Efectivamente la primera descripción era correcta y se trataba de la parte distal del fémur de un dinosaurio carnívoro.

En las primeras décadas del siglo XIX, William Buckland recupera y estudia numerosos fósiles de dinosaurio procedentes de diversas canteras Inglesas. Junto a Georges Cuvier (destacado anatomista francés), Buckland concluye que los huesos fosilizados son de un enorme reptil carnívoro de hasta 12 metros de largo. Bautizado como Megalosaurus Bucklandii.
Mandíbula de Megalosaurus estudiada por Buckland.

En esa época personajes muy importantes para la historia de la paleontología, de los que hablaremos en futuras entradas, realizaban investigaciones paralelas sobre otros reptiles gigantes extintos. Se establecían así las bases de la paleontología y el estudio de los dinosaurios. Un mundo nuevo de criaturas "imposibles" aparecía ante los ojos de los estudiosos que aún no tenían un término con el que referirse a ese grupo de reptiles gigantes.
Richard Owen.

Y a mediados de ese siglo XIX Richard Owen propuso un nombre. Tomando del griego las palabras: δεινoς (deinos=terrible) y σαῦρος (sauros=lagarto), formó el nombre con el que hoy en día todo el mundo conoce a este grupo de animales: DINOSAURIO (lagarto terrible).

Así es como nació una ciencia, "La Paleontología", gracias a una Inglaterra Victoriana impulsora del saber, ávida de conocimiento que no escatimó en recursos y dotó a sus científicos de lo necesario para hacer historia.


Autor: Germán Zanza López.
Ilustraciones: www.en.wikipedia.org.
Fotografías: www.en.wikipedia.org.
Fuentes:
- Documental: "Dinosaurio: Un invento victoriano."
- Colección fascículos: Dinosaurios. Editorial Planeta DeAgostini.
- Atlas ilustrado de los Dinosaurios. Editorial Susaeta.