lunes, 31 de octubre de 2016

Un ecosistema hecho fósil.

Si anunciamos en Made in Pangea que se ha descubierto el fósil de un escarabajo en Messel, puede que no resulte una noticia sorprendente, ya que se han encontrado fósiles similares en ese yacimiento. Si añadimos que el escarabajo fosilizado se ubica en el estómago de un lagarto también foslizado, puede que el descubrimiento cobre interés. Y posiblemente alucine al saber que el lagarto fue devorado por una serpiente que se preserva también en el fósil. 

Fósil de serpiente, lagarto y escarabajo.

Es un caso único en el mundo y si hay un lugar en la tierra donde puede darse es Messel. La calidad de los fósiles de este yacimiento es impresionante, pero también hay que contar con el factor biológico que hace especial este fósil. 
 
Detalle del fósil descubierto: Naranja, lagarto; Azul, escarabajo.

¿Que información podemos extraer de este descubrimiento? La serpiente es una especie denominada Palaeophyton fischeri, un pariente lejano de pitones y boas actuales. Ya se habían encontrado ejemplares en Messel y por sí sola no resulta excepcional.

Otro fósil de Paleophyton de Messel.
 Por su parte el lagarto es un Geiseltaliellus maarius, un reptil de 20 cm de longitud, también es una especie conocida en el yacimiento. Con el escarabajo sin embargo no ha habido suerte, y no se ha podido identificar. Está algo digerido y por esa razón su conservación no es tan buena, sin embargo, ese detalle aporta una información muy interesante. Resulta que hasta ahora, se pensaba que el lagarto Geiseltaliellus maarius era herbívoro porque algunos ejemplares fosilizados tenían restos vegetales semidigeridos en el "estómago". Que haya un escarabajo digerido indica que fue comido, y podemos desechar la posibilidad de que se ingiriera por error dado su tamaño.
 
Otro fósil de Geiseltaliellus de Messel.

Así pues, sabemos que un lagarto omnívoro comió un escarabajo, pero no disfrutó demasiado tiempo de su comida; una serpiente se comió al lagarto y poco después, la serpiente tampoco vivió para contarlo. Una historia de muerte que refleja la instantánea de un ecosistema, de una cadena trófica de hace 50 millones de años. Un capricho geológico sin precedentes.


Autor: Germán Zanza López.
Fotografías: National Geographic, www.senckenberg.de, www.thefossilforum.com.
Fuentes: National Geographic.


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